La crítica -
Por Juana Samanes
Este film debería llevar una leyenda que dijera. "abstenerse no románticos" porque lo que ofrece Un gran viaje atrevido y maravilloso es sentimentalismo a borbotones, de la mano de una pareja que se encuentra en una boda. Como en la divertida y genial Monstruos SA, las puertas jugarán un papel determinante en su edulcorada relación amorosa porque estos dos desconocidos solteros, Sarah y David, tras ese encuentro casual se embarcan en un viaje mágico y, a través de una serie de puertas que funcionan como portales hacia su pasado, reviven momentos clave de sus vidas y, a partir de ahí, se supone que se conocen más para emprender, o no, un romance.
El surcoreano Kogonada narra esa aventura que viven juntos la pareja protagonista con toques de humor, fantasía y romance. El problema de este cuento fantástico es que formalmente es como una bonita postal pero al que se le puede achacar falta de profundidad. Porque todo lo vemos en pantalla, maravillosamente fotografiado, suena a hueco, a pesar que quiere abordar temas como las relaciones entre padres e hijos, la importancia del romance en cualquier vida o la búsqueda de algo que llene la existencia. Todo ello se traduce en que es una película amable, blanca, pero carente de emoción. A pesar de ello, en ese regreso al pasado, hay alguna escena lograda y simpática como la vuelta al Instituto de David, donde vivió su primer desengaño amoroso, que cuando acuden Sarah y David a revivirla la convierten en una experiencia graciosa cuando trastocan la obra teatral en la que participaba David y la chica que le ha rechazado.
La tan de moda Inteligencia Artificial también tiene su hueco en este film, porque el GPS de voz femenina, que lleva el coche de los protagonistas, les va marcando sus paradas vitales, alguna de las cuales no tiene ninguna importancia.
Kogonada ha manifestado que su gran fuente de inspiración ha sido el maestro de la animación japonesa Hayao Miyazaki, creador de mundos fantásticos y de imaginación desbordante, como saben todos sus seguidores, pero las películas del genio japonés suelen tener más enjundia en sus contenidos que la película que nos ocupa.
Eso sí, la banda sonora, muy agradable, es obra de Joe Hisaishi uno de los compositores de cine y colaborador habitual del mencionado Hayao Miyazaki. Mientras que los efectos visuales son responsabilidad de Richard Bluff, supervisor en esta parcela de Industrial Light & Magic, donde ha colaborado en la producción de varias series de Star Wars como The Mandalorian.
Dicho esto, ¿qué merece la pena realmente en este film? Pues sin duda la actuación de la bella Margot Robbie, que da los matices necesarios a su personaje: una mujer que cree firmemente que hace daño a los hombres que se acercan a ella. Por el contrario, su pareja en la película, Colin Farrell, está bastante deslucido.