Sinopsis oficial
París, 2025. A una treintena de personas de una misma familia se les informa de que van a heredar una casa abandonada desde hace años. Cuatro de ellos reciben el encargo de hacer el inventario de la casa, donde descubren tesoros ocultos. Entre las antigüedades se encuentran con una misteriosa antepasada, Adèle, que abandonó su Normandía natal a los 20 años para viajar al París de finales del siglo XIX, en plena revolución industrial y cultural, cuando se inventaba la fotografía y nacía el Impresionismo.
La crítica -
Por Juana Samanes
Una treintena de personas de una misma familia se enteran, en el 2025, que van a heredar una casa abandonada desde hace décadas, que se encuentra en Normandia. Cuatro de esos "lejanos primos", se encargarán de hacer el inventario de bienes pero, en esa búsqueda, encontrarán tesoros insospechados en esa vieja casa mientras siguen las huellas de su misteriosa parienta, Adèle, que realizó un viaje desde su hogar a París, en 1895, cuando solo tenía 20 años. Esa investigación les deparará más de una sorpresa.
Cédric Klapisch dirige esta comedia deliciosa que aúna dos épocas, 2025 y 1895, esta última fecha es importante porque en ese maravilloso viaje al pasado se elige un momento de eclosión de la pintura en Francia, con el impresionismo, o el nacimiento de la fotografía, que tienen trascendental importancia es este relato. Como se aclara al final de la película, se trata de un relato totalmente de ficción que incluye personajes reales, y lo hace de una forma luminosa, mientras rinde homenaje a los artistas de la imagen sean pintores o fotógrafos. Al fondo de todo esto la necesidad de algunos seres humanos de conocer sus orígenes, algo que mueve a Adèle.
Elegante en su planteamiento, y muy entretenida en su desarrollo, incluye una temática que a cualquiera conquista: ¿Quién no ha soñado con una herencia especial de algún pariente al que no conocimos?. De ahí que se siga con curiosidad las aventuras de Adèle en Paris que sus descendientes escudriñan a través de sus cartas y objetos personales, mientras los espectadores lo vemos en imágenes en un montaje ágil que va enlazando los dos tiempos de la película.
Los colores del tiempo ha sido escrita por Cédric Klapisch junto con Santiago Amigorena y continua la trayectoria de Klapisch de ofrecer películas amables como ocurrió con su estupendo film Nuestra vida en la Borgoña.
Un reparto coral interpreta a los personajes del pasado y del presente, resultando especialmente simpáticos los cuatro primos que se embarcan en esta aventura y que descubren que les agrada tener vínculos con esos parientes que no conocían hasta ese momento. De entre ellos, el más joven, Seb, mantiene una relación especial con su abuelo, que le marca en sus decisiones más señaladas.
En eje de toda esta historia es la importancia del pasado en nuestras vidas, aunque lo desconozcamos.