Sinopsis oficial
A Fermín, veterano pintor en el ocaso de su carrera, ha empezado a temblarle la mano. Al borde de la ruina, se verá obligado a mudarse al estudio que comparte con su amigo, el exitoso artista Javier en un viejo garaje, al que a los pocos días llegará su hijo Pablo, también pintor, que vuelve de un largo viaje a India y se instalará con él. Sus miradas opuestas ante el arte y la vida no tardarán en causar estragos en su convivencia. Pepa , madre de Pablo y exmujer y galerista de Fermín, aparece con una propuesta para rescatarle: un concurso millonario para versionar El jardín de las delicias de El Bosco. Padre e hijo tendrán que aparcar sus diferencias ante este reto que podría solucionar sus vidas.
La crítica -
Por Juana Samanes
Un veterano pintor a quien ha empezado a templarle el pulso y vive horas bajas, profesionalmente hablando, no ve otra solución para solucionar su precaria situación económica que presentarse a un concurso millonario donde deberá versionar El jardín de las delicias de El Bosco. En esta aventura le pedirá ayuda a su hijo, también pintor, que acaba de llegar de la India, lo que dará lugar a situaciones cómicas debido a su convivencia y a la diferencia en el modo de trabajar y ver el mundo del arte
El director madrileño Fernando Colomo, ayudado en el guión por su hijo Pablo, demuestra que sigue siendo capaz de dirigir comedias de humor irónico en las que, en esta ocasión, carga las tintas sobre algunas formas de arte que son más que una estafa, una auténtica bufonada. Para ello no ha dudado en ponerse delante de la cámara con amigos con mucha vis cómica como son Carmen Machi y Antonio Resines y, al mismo tiempo, como esta propuesta tiene como eje la pintura también ha contado con breves cameos del famoso pintor Antonio López o del artista Javier de Juan, que se interpreta a sí mismo en la película y es autor del cartel, que parece una divertida viñeta.
La película posee el aliciente de que fue rodada con cámaras de móviles y en esa parcela hizo su trabajo, con la maestría que le caracteriza, el gran director de fotografía José Luis Alcaine, que logra unas imágenes de una calidad alucinante.
Como apreciación personal, en algunos momentos las disertaciones de Colomo sobre el arte y sobre las relaciones personales, me recordaban las que suele defender Woody Allen en sus películas. Es humor no de carcajada pero sí de sonrisa.